Lo puedes posponer pero no escapar del llamado de Dios

“Existen dos tipos de personas, las que cuando escuchan a Jesús tocar a su puerta le abre y lo deja entrar, y los que al escuchar a Jesús tocar a la puerta le ponen el pestillo más grande para evitar que ni por accidente se abra esa puerta”.

Ayer mientras hablaba con un familiar muy cercano me comentó que “estoy sintiendo que Dios me está llamando”. No es la primera vez que esta persona siente ese llamado.

Soy testigo que él ha “intentado” iniciar una nueva vida dentro del evangelio. Ha hecho confesión de fe, por poco tiempo estuvo congregándose, incluso en una de esas veces llegó a informar a sus amigos y compañeros de trabajo que ya era “un varón”. Un varón de Dios.

Lo que nunca ha logrado es permanecer. No ha durado más de un mes “siendo cristiano”.

Conociendo muy bien su historia cuando ayer me hizo el comentario le dije: “el llamado de Dios a tu vida no se ha ido jamás, permanece ahí contigo. Y así lo hará hasta que decidas quitar ese pestillo a la puerta, abrirla y dejar a Jesús entrar y morar contigo hasta el fin”.

Seguí diciéndole, “tú lo que has hecho es posponer el llamado, pero jamás podrás escapar de él. Puedes meterte debajo de la mesa, de la cama, detrás de los muebles, de la nevera. Puedes andar escondiéndote en cada espacio de la casa; pero llegará un momento en el que ya no habrá más lugar dentro de tu hogar y tendrás que rendirte y decir: heme aquí”.

Y así anda mucha gente que necesita a Dios en su vida, que “siente el llamado”, que “escucha el toc toc en la puerta”, pero no toma una decisión firme y determinada de seguir esa voz que le dice “ven”.

Los que están del lado que no abre la puerta inmediatamente, son los que posponen el propósito de Dios en sus vidas. Que piensan que “todavía no es el momento”, que primero quieren hacer tantas cosas para luego dar ese sí, como si fuéramos más importantes que Dios para que sea Él quien espere por nosotros.

Es tan plena la vida que que nos ofrece el Señor Jesucristo que si quienes no lo saben por lo menos lo imaginaran, no esperaran al segundo “toc” en la puerta, abrirían sin dudarlo y no harían esperar a quien les toca.

Así como le dije a mi familiar, te digo a ti que me lees y que aún no has abierto la puerta para que Jesús entre y viva en tu vida: ABRE LA PUERTA.

Déjalo pasar, y vive a plenitud el tiempo que te queda en este mundo. Pero aún mejor, con ese mismo pase entrarás a la eternidad celestial que nos promete nuestro Señor en su Palabra.

No lo pospongas más. De todos modos el llamado no se irá. Cuán bienaventurado eres que puedes escuchar la voz de Dios.

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

Apocalipsis 3:20

Compartir publicación en:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *