Tu tiempo con Dios no es negociable

¿Te ha pasado que cuando vas a orar, estudiar la Biblia o dedicar un tiempo importante a tu ministerio se presenta algo ajeno a lo que ya te propusiste hacer?

Una llamada, un mensaje de texto, un recordatorio, la llegada inesperada de alguien… son muchos los eventos que pueden ocurrir al momento de iniciar ese tiempo con Dios que todos necesitamos.

Si nos disponemos a responder a cada situación y no respetamos como sagrado el momento que dedicaremos a nuestra vida espiritual; estaríamos priorizando cosas que pueden esperar y que muy lejos de aportarnos valor, nos estarían apagando la llama que debe permanecer encendida en nuestras vidas.

A menos que sea una emergencia que no puede esperar, no negociemos nuestro sagrado tiempo con Dios. Respetemos este momento y demos a Dios lo que es de Dios.

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